La pandemia obliga a limitar los festejos y las celebraciones.
La Ascensión, de perfil bajo, frente a la crisis sanitaria.
Era el primer fin de semana sin el estado de alarma y sin restricciones de movilidad, y se cumplió el lleno hasta la bandera en las pequeñas localidades del Común de Villa y Tierra de Medinaceli. Tanto en la cabecera cómo en el resto de entidades se siguió el guión esperado.
Y es por esta previsible afluencia, que desde la junta local se decidió que la misa con motivo de la festividad de la Ascensión se celebrara en la parroquia de Santa María Magdalena, en vez de en la Ermita de Nuestra Señora la Virgen de Armallak, que es el habitual en este día. Pues el aforo, las distancias, la altura o la ventilación son bastante más mayores en este templo, que en la ermita que corona el llamado cerro de la Virgen. Asistió la ceremonia el párroco don Manuel Miguel García y contó con la presencia de las autoridades locales. Tras la celebración, se procedió a la tradicional bendición de los campos. Acto que se realizó en el exterior del templo, en el paraje denominado "El Posteguillo", a los pies del antiguo torreón de origen musulmán, y tal cómo marcaba antaño la tradición de la consagración de los sembrados, que justamente coincidía este año con el día, del patronazgo de San Isidro. No fue la única nota atávica, pues al rito se le puso el broche final con la rifa de la rosca de la Virgen. Un sorteo de fuerte arraigo, que se celebra desde hace más de doscientos años, y en el que se honra a vivos y muertos. El dinero de lo recaudado, se destina a mejoras en el templo, en este caso para acondicionar la iluminación y el audio de la nave.
01-06-2021, por
ribadesaelices.net
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