LAS TRES GENERACIONES DE GUÍAS DE LA CUEVA DE “LOS CASARES”
Era en 1928 cuando Rufo Ramírez, maestro de escuela de Riba de Saelices y su hermano
Claudio Ramírez se percataban por primera vez de la importancia de la Cueva de los Casares y se lo hacían saber
al cronista provincial Francisco Layna Serrano, que en 1933 ya publicaba la primera referencia explícita al arte
paleolítico presente en Los Casares. Layna invito a visitar Los Casares el 15 de julio de 1934 a Juan Cabré,
prestigioso arqueólogo del museo Cerralbo.
Cabré reconoció los presuntos relieves a los que hacía mención Layna, quien los había descrito
como extrañas serpientes en el suelo, resultando no ser representaciones paleolíticas sino formaciones geológicas.
Pero Cabré localizó los que sí resultaron ser grabados paleolíticos.
Uno de los que primero identificó fue la famosa cabeza del caballo, que ha sido empleada como
símbolo distintivo del arte rupestre de Los Casares.
Cabré pidió permiso a la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades para trabajar en la caverna,
volviendo a Los Casares el 18 de agosto de aquel mismo año. Aniceto Foved, hospedó a la familia Cabré en su casa,
guiándoles en sus prospecciones y ayudándoles en sus trabajos. Antes de finalizar esa campaña y de regresar a Madrid
el 3 de Septiembre, en compañía de Aniceto recorrieron el valle del río Linares hasta la cueva de La Hoz donde
localizaron nuevos grabados paleolíticos.
La Cueva de los Casares fue declarada Monumento Nacional el 30 de Septiembre de 1934 y se nombró
la figura del primer guarda-guia a Aniceto Foved
Pero poco después, durante la Guerra Civil, fue destituido de su cargo, en 1935, y la llave de la
verja de hierro que Cabré costeara estuvo en manos de las autoridades locales, que no se preocuparon por protegerla,
lo que llevo a que los habitantes de la zona buscando refugio y lo desconocido en su interior, llenaran la mayoría
de sus paredes con sus nombres, fruto más de la ignorancia que del vandalismo, pero dañando de manera permanente
muchos de los grabados y pinturas paleolíticas, con mayor incidencia los de la última galería. En esta instancia sólo
el bajo relieve del felino y el grabado del glotón se salvaron de la barbarie.
Ya en la posguerra Cabré regresaba a la Riba y se encontraba con el destrozo realizado en la cueva y lo
ponía en conocimiento de las autoridades competentes, devolviéndole las llaves a su anterior guía Aniceto Foved, que
desempeñaría su labor hasta un tiempo antes de fallecer.
A Aniceto le siguió en el puesto como guarda de Los Casares su yerno, Modesto Moreno, quién
desempeñó sus funciones desde 1950 hasta 1974. En 1954 sufría un accidente cerebrovascular y su hijo Emilio con
7 años le ayudaría a partir de entonces, en sus tareas de guía.
Emilio Moreno Foved,nieto de Aniceto e hijo de Modesto, ha ejercido su labor de guía y guarda de esta desconocida
e interesantísima representación prehistórica a lo largo de 58 años
Tiempo en el que a base de empeño se ha ido formando, mediante congresos en la materia y visitas a
cuevas de España, Francia y Portugal, que le han llevado a conservar celosamente los grabados y pinturas de la cueva
y mostrarlos con el interés que estas representaciones prehistóricas, humanas y de animales, tienen a todo aquel que
se ha interesado, por conocer el arte rupestre.
Por esta labor incesante recogía el 28 noviembre de 2003 en la casa de Guadalajara, en Madrid,
el Mielero de Oro, en una de las presentaciones del libro “Los Grabados de la Cueva de los Casares” con cuyos autores
colaboro estrechamente para poder dar a conocer la Cueva.
En el año 2011 veía la luz “Conoce los Casares” en cuya obra ha participado como autor junto a dos
grandes amigos y de la cual hemos sacado parte de este texto.
A partir del 18 de septiembre de 2012 la Cueva de Los Casares, nuestra cueva, pasará a escribir una
incierta y nueva página de su historia, ante la jubilación forzosa de su guía y la pretensión de no continuar
abierta, por parte de las autoridades culturales de la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha, de momento bajo la
peregrina excusa de un estudio en profundidad, que lleva en marcha ya hace un tiempo y que no ha imposibilitado hasta
el momento su visita, pero después de esto tampoco saben o quieren manifestar que será de ella, y en manos de quien
dejarán sus visitas.
A pesar de que Emilio se ofrece como guía-honorífico (lo que no supone ningún gasto para la
administración y si un bien cultural para la comunidad), como ya sucede con otros guías de las cuevas del norte de
España y Francia.
¿Que será... de nuestro más preciado monumento?
|